Veintitrece de febril, la complutadora ha empezado a dibujar detritas cuando aplasto las tleclas, y una rayita que se prende y se apaga no se deja alcanzar por las padabritas que quieden alcanzarla... asi empezarían los Rougrats su blog, pero no es de ellos, así que deja de fantasear que sólo es un blog más. Pulse ALT-F4 si estás harto de estas páginas, o dale una mirada y anímate a dejar algún comentario.






martes, 2 de diciembre de 2008

Canicas

Estaba en el messenger chateando con uno de mis alumnos, me contaba que tenía que redactar una especie de cuento basado en un cuadro que había visto. Era un cuadro construido con canicas, un mosaico. Entonces le dije que escriba el suyo y yo escribiría el mío, y luego lo interambiaríamos. Y como que hace tiempo que no escribo nada, y para que me salga algo más o menos coherente es muy difícil, y creo que algo salió, les dejo mi historia para que la lean.

Al entrar la noche, el pequeño corría tras las luces de los carros con su franela y su sonrisa, apoyaba su carita a la luna del auto y estiraba su mano haciendo círculos sobre el parabrisa. La tenue garúa sobre el cristal hacía que cada gota minúscula de lluvia brille como sus canicas que guardaba en su bolsillo con unas pocas monedas. Aquellas canicas que eran el único recuerdo de su madre fallecida por una triste enfermedad, lo acompañaban en breves juegos en la vereda mientras esperaba el rojo del semáforo para correr nuevamente a regalar otra sonrisa y agitar su franela contra otro parabrisas a cambio de unas monedas que sirvan para que pueda tener algo que comer.

El semáforo cambió a verde y el regresó a la vereda, se hincó de rodillas y sacó sus canicas, las rodó en el suelo donde la lluvia las mojó e hizo brillar con las luces de los autos. Encandilado por los destellos, se acurrucó alrededor de ellas y dormitó unos segundos.

Sus sueños los llevaron a un lugar donde millones de esferas de cristal se movían frenéticamente y se reflejaban en todos los espacios, y cada vez que fijaba la mirada a una de ellas, todas se detenían formando figuras, cada cual más brillante y colorida que la otra. Él giraba su carita y todas las canicas volvían a revolotear, clavaba su mirada en una y nuevamente una fantástica figura surgía. Era un éxtasis de brillo y color. Y así jugaba formando nuevas figuras, y de pronto, todas las canicas dibujaron el rostro de su madre, quiso correr hacia ella, estiró su mano y alcanzó a tocarla, y de pronto… despertó. “Pequeño, pequeño” –dijo la amable señora que había descendido de su auto– toma esto y vuelve a casa a descansar. Era una bolsa la cual abrió con la natural curiosidad de niño, eran “millones” de canicas y monedas que brillaban formando mágicas figuras, corrió a lo largo de la calzada hasta perderse entre las luces de los autos. Esa noche en casa soñó con canicas, destellos y con el recuerdo protector de su madre.

martes, 12 de febrero de 2008

LASER, no lo veas.

Si miras directo a un laser, podrías ver algo así... claro que también podrías dejar de ver algo así... para siempre.

Galería de Fotos

www.flickr.com